Mi experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud:
La verdad es que cuando llegamos a Cracovia, no esperaba que fuésemos a reunirnos tantas personas. Todos estábamos por un mismo motivo, pasar aquellos tres días junto al Papa y a través de sus palabras, quedarnos con su mensaje fundamental, la emotividad de los jóvenes para no quedarse quietos y hacer algo mejor para el futuro de todos (siendo este el año de la misericordia). En primer lugar, cuando llegamos a Cracovia visitamos el Santuario de Jasna Gora donde al día siguiente se recibiría la llegada del Papa. Allí nos explicaron la historia de la Virgen de Częstochowa y del Santuario. Lo curioso de aquel lugar es la costumbre que tiene la gente de dejar recuerdos como rosarios, peticiones, fotografías,… colocados por las paredes. Tras nuestra visita a Jasna Gora, nos dirigimos al centro de la ciudad para alojarnos en los apartamentos donde dormiríamos aquellos días. Durante el trayecto tuvimos que coger el tranvía y mientras llegábamos veíamos todas las calles llenas de jóvenes con sus mochilas de colores, lo cual me pareció interesante.
En segundo lugar, durante los días siguientes fuimos a ver algunos de los edificios más importantes de la ciudad como la Catedral de Wawel, el Santuario de la Divina Misericordia,… Ese mismo día tendríamos nuestro primer encuentro con el Papa en Blonia para escucharle y celebrar el Via Crucis. Éramos una cantidad inmensa de personas y yo no era capaz de creer que me hallaba en aquel momento, pues tenía una sensación increíble al saber que todos estábamos rezando y deleitándonos de las bonitas palabras del Papa.
En tercer lugar, tuvimos que trasladarnos al Campus Misericordiae y para ello debíamos hacer una especie de peregrinaje, como suele ser de costumbre… Una vez que nos situamos en nuestra zona, estábamos atónitas por encontrarnos rodeadas de miles de personas y presenciar el buen ambiente que se vivía entre las diferentes nacionalidades. Resultaba tan bonito cruzarse con personas de otros países y acabar haciendo amistad con ellos o simplemente acompañándonos los unos a los otros mientras cantábamos y bailábamos.
A lo largo del viaje, hemos podido presenciar misas en diferentes idiomas: francés, inglés, polaco, austríaco, español y latín. Sin duda alguna, uno de los momentos más bonitos para mí, fue la vigilia celebrada durante la noche donde los miles de personas encendíamos nuestras velas y permanecíamos en silencio rezando.
En último lugar, he de añadir que repetiría esta experiencia siempre que pueda y animo a cualquier joven que tenga cierta curiosidad por conocer el significado de participar en este encuentro y de visitar los diferentes lugares con nuestros compañeros de viaje.
Jana Mosquera Rodríguez