28 de septiembre de 2014

Servir el Evangelio de la Vida

El servicio al evangelio de la vida incluye dos elementos: la denuncia profética y la solidaridad real, que lleva a una implicación en la vida a ayudar en las dificultades a las personas que pueden estar tentadas a dar soluciones no correctas a sus problemas.

Juan Pablo II en Evangelium Vitae 87-91 nos da las claves para que cada uno pueda ser servidor del Evangelio de la vida.

La Iglesia ha sido pionera en la solidaridad, bien de manera orgánica bien de manera particular a través de sus miembros, que en el ejercicio de su libertad y responsabilidad personal, iluminada por la fe, actúan como ángeles de vida.

Por la actualidad de la cuestión nos centraremos en la denuncia profética de la nueva “Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva, y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo”, aprobada el 4 de marzo de 2010, por las Cortes y refrendada por el Monarca anterior y aceptada de facto por el Gobierno actual que incumple uno más de sus compromisos electorales apelando al manido consenso1.



MOTIVOS, FIN Y ESPÍRITU DE LA LEY
  1. Motivos para Ley

    1. Adecuación del marco normativo de las políticas públicas de salud al consenso de la comunidad internacional sobre la salud sexual y reproductiva, y la interrupción libre del embarazo,
    2. Adaptación del Derecho a la conciencia social mayoritaria.
    3. Superar incertidumbres y dar mayor seguridad jurídica.
La invocación de la salud, los valores humanos y la seguridad jurídica, son usados de forma falaz y dolosa por el legislador, que intenta imponer a todos su propia visión ideológica del hombre, mediante el recurso al consenso de la comunidad internacional y el uso abusivo del poder legislativo que ha recibido democráticamente.

  1.  El fin de la Ley:

    1. Proteger y garantizar los derechos relativos a las salud sexual y reproductiva de manera integral
    2. Salvaguardar los derechos de autonomía y libertad de las mujeres en esta materia
    3. Proteger la vida prenatal.
Estos fines loables en sí mismos, dan al legislador un halo de sensibilidad ética, pero se verá que tal cosa es un espejismo, pues convierte en derecho el aborto procurado, tergiversa el sentido de la acción sanitaria, de la libertad, de la sexualidad humana y del Derecho.

  1. El espíritu de la Ley

    1. El espíritu científico de claridad, precisión y certeza.
Este deseo se ve frustrado en la ley, en la que se descalifica a los que disienten de ella, no admite juicio crítico e intenta imponer su visión ideológica al conjunto de la sociedad.

  1. Los principios de la Ley.

    1. El principio de bienestar individual:
La salud es entendida como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades. Esto encierra una concepción utópica y pseudo-religiosa de la sanidad pública.

    1. El principio de libertad personal:
Se presenta el poder de autodeterminación como absolutamente absoluto, es decir, desvinculada de toda realidad.
Además hay una incoherencia con esta postura, pues se afirma que la libertad de los hombres (españoles) en relación con la salud reproductiva e interrupción del embarazo sólo encuentra su refugio en la Ley que el legislador promulga. Esto señala una subordinación intrínseca de la libertad personal a la libertad de aquel que detenta el poder legislativo, y contradice la autonomía que el legislador reconoce en el ser libre del hombre.

    1. El principio de igualdad
La igualdad entre las personas se presenta desde la perspectiva de la sexualidad tamizada desde la ideología de género, que postula que el sexo de las personas es resultado de la autodeterminación de cada uno, pues la sexualidad es (según esta ideología) algo atemático y que se construye e inventa a partir de la propia libertad. Así, la diferencia sexual no sería más que un producto de los roles sociales. Para esta ideología la diferencia sexual es generadora de conflictos, y en contraposición dialéctica.
A esto podemos decir que la igualdad está en el compartir el-ser-humano, si la igualdad en el ser humano no se anula por lo concreto (ser distinto al prójimo) tampoco la anula la diferencia sexual (modo de ser persona, como varón o mujer).
La diferencia sexual no es algo accidental sino que nos configura como personas, persona masculina o persona femenina. Esta diferencia no es opuesta a la igualdad de las personas, ya que igualdad no significa uniformidad, y la diferencia sexual está orientada de por sí a la comunión de las personas.


TRANSVALORIZACÓN DE LA SEXUALIDAD HUMANA DESDE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
La sexualidad humana es separada de la vocación del hombre al amor y reduce su alcance significativo al plano de las relaciones sexuales y al ámbito emotivo.

  1. La vocación de todo hombre al amor:
La vocación al amor se encuentra enraizada en el carácter donado del ser libre del hombre. Decía Juan Pablo II que el hombre permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él activamente”. La libertad humana siempre es cuestionada por el amor, que es su vocación más íntima.

  1. El amor y el bien:
El amor que desea (eros) y el deseo que ama (ágape), tienen un mismo fin: el bien, pero desde perspectivas distintas. Desde la perspectiva del amor deseante lo bueno para el hombre es aquello que colma sus necesidades y carencias. Desde la perspectiva del deseo amante, el hombre juzga como bueno todo en cuanto ser, esto incluye lo útil (ser-en-si pero no-para-sí) que tiene carácter de medio, y lo gozoso (ser-en-sí y para-sí). El hombre siempre es ser-en-sí y para-sí, y por tanto el amor al hombre requiere amarlo por amor de él mismo.
Sólo las personas son capaces de amar y responder al amor con amor. El hombre acrece su propia libertad si realiza su propia vocación al amor.

  1. La sexualidad humana y la vocación al amor
La ley no relaciona la sexualidad humana con el amor, como si la actividad sexual del ser humana estuviera finalizada en la “seguridad” y en la “esterilidad”. El don sexual es siempre un darse, y la sexualidad humana tienen como sentido intrínseco el ser fuente de amor y de comunión conyugales.

  1. La tergiversación del significado humano de la sexualidad
La salud sexual se reduce a “sexo seguro” (necesidad de evitar ETS) y la salud reproductiva se entiende como “anticoncepción”, viendo el embarazo como una “enfermedad”. La dimensión personal de la sexualidad es olvidada, y se presenta a la sexualidad como una realidad sin un contenido significativo propio para el ser humano.
En el ámbito educativo la Ley obliga a los poderes públicos a promover, adoptar y proporcionar programas educativos con enfoque de género, centrados sobre la anticoncepción y el sexo seguro. Esto se complementa con medidas en el ámbito sanitario. El legislador se convierte en la única instancia competente para idear programas de educación sexual. Todo esto que se presenta como un acto de compromiso con los ciudadanos constituye una violación de la vida y conciencia de las personas, especialmente de los niños y jóvenes. Lo que esconde la Ley es la pretensión de adoctrinar por imperativo legal a los menores en la ideología de género, al margen del permiso de los padres. Esto afecta también alcanza a los profesionales de la salud en su formación, que deben asumir dichos programas para adquirir el título sanitario. También es intención del legislador excluir a los profesionales que disientan al planteamiento oficialista sobre la ideología de género, la anticoncepción o el aborto, cayendo en una actitud deshumanizadora y totalitaria.


TRANSVALORIZACIÓN DEL ABORTO PROCURADO DESDE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

  1. Los medios para introducir socialmente el aborto como un derecho
    • anular la corresponsabilidad del varón y de la mujer en la concepción, excluyendo en el plano legal al padre del niño en gestación su derecho a la paternidad en reprocidad e igualdad con el derecho a la maternidad voluntaria de la mujer. Esto rompe la igualdad legal entre el hombre y la mujer
    • considerar el estado gestante de la mujer como un trastorno de la salud. Se presenta el embarazo como enfermedad.
    • Establecer para las madres gestantes el derecho de matar a voluntad a los hijos en estado prenatal dentro de las catorce primeras semanas de gestación.
    • Extender ese derecho hasta la semana vigésimo segunda por causa médica: por riesgo para la salud de la madre o por anomalías del feto.
    • Imponer el aborto como prestación asistencial para la salud bio-psico-social de las mujeres embarazadas, lo que lleva a considerar que los agentes sanitarios vulneran la legalidad y el cumplimiento de su contrato laboral si por conciencia no realizan un aborto según dispone la ley.

  2. El niño en gestación: “alguien”, no “algo”
El niño no nacido sólo se denomina en su fase prenatal como “feto” y “vida prenatal”. Pero, ¿de quién es esa vida prenatal? ¿de un animal?
Las ciencias empíricas nos demuestran que un feto en gestación es un ser vivo, con la estructura específica del genoma humano. Lo que no pueden afirmar ni negar las ciencias empíricas es el carácter personal de ese ser, porque esto excede su ámbito y objeto. La captación del ser de cualquier realidad y de la índole personal de un ser sólo le son posibles al pensamiento en su actividad reflexiva.

  1. El proceso ideológico de convertir el aborto procurado en derecho
El legislador intenta que el aborto de ser considerado un crimen pase a ser considerado como un valor, que después la Ley refrenda. El aborto se presenta como un derecho derivado.
Los derechos están fundados en la autonomía de la persona, la igualdad entre los hombres y la vida humana, sin embargo no se puede derivar de ninguna modo de estos valores un supuesto derecho al aborto, pues no todo lo que puede ser realizado con libertad constituye un derecho.
El legislador hace derivar falazmente del derecho a la libertad, a la vida y a la igualdad, que toda mujer tiene derecho a matar al ser humano que lleva en su seno. Es necesario afirmar que del valor de la libertad humana y del valor de la igualdad entre todos los hombres se sigue el deber de respetar y promover la vida, la libertad y la igualdad de todas y cada una de las personas. El que aborta niega el valor de la libertad, de la vida y de la igualdad del no nacido.

  1. Enfermedad de la mujer embarazada y aborto. Los distintos posicionamientos
    • El de la madre gravemente enferma que apoyada en el derecho que tiene a su integridad física, quiere que se realice la intervención terapéutica requerida para recobra la salud y no morir a causa de la enfermedad que padece, teniendo como única intención subjetiva erradicar su enfermedad. La mujer aunque sabe que el efecto colateral será la muerte del no nacido, no desea intencionalmente su muerte. La acción intencional básica sería la terapia.
    • El de la madre, que en las mismas circunstancias, desea intencionalmente acabar con el no nacido. La acción intencional básica cambia y sería entonces no la terapia sino el aborto procurado intencionalmente.
    • El de la madre, que en idénticas circunstancias, decide libre y voluntariamente no someterse a la intervención médica a fin de salvar la vida del hijo, teniendo conciencia que esa decisión le acarrearía la muerte. La libertad de la mujer se vincula a la vida del hijo, pero sin desvincularse intencionalmente de la suya, pues ella desearía una terapia que le curase y no afectase a la vida del niño prenatal. La acción intencional básica sería salvar la vida de un tercero, no un suicidio, y por tanto un acto de caridad heroico que sobrepasa la justicia.

  2. ¿Armonía o perversión del Derecho?
La Ley se estructura como ley de plazos, que supone que el pretendido derecho a abortar libremente debe acogerse a unos periodos de tiempo y supuestos. El legislador para armonizar el aborto con el derecho del no nacido inventa 3 cosas:
+ El aborto-salud + El aborto-derecho + El aborto-igualdad
El legislador deja desamparado al ser humano no nacido, y ve en el aborto un bien jurídico. Los plazos y supuestos son un mero intento de tapar la barbarie y no una defensa del no nacido, además, si el aborto es un derecho humano, ¿los plazos y supuestos no son contrarios a ese derecho?
La transvalorización del aborto implica hacer del aborto algo exigible y por tanto que la opinión de que las instituciones públicas deben facilitar en todo la realización del aborto procurado.

1 Esta exposición sintetiza la ponencia de Santiago García Acuña, recogida en: AAVV. La Familia en la Encrucijada, Madrid 2009.

27 de septiembre de 2014

Carta del Papa Francisco





Querido hermano:

La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación. También yo deseo unirme a vuestra alegría y dar gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos.
Su beatificación tendrá lugar en Madrid, la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su infancia y juventud, con una existencia forjada en la sencillez de la vida familiar, en la amistad y el servicio a los demás, como cuando iba a los barrios para ayudar en la formación humana y cristiana de tantas personas necesitadas. Y allí tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida.

Me gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, especialmente en las celebraciones y aniversarios personales: «¡gracias, perdón, ayúdame más!». Son palabras que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.
En primer lugar, gracias. Es la reacción inmediata y espontánea que siente el alma frente a la bondad de Dios. No puede ser de otra manera. Él siempre nos precede. Por mucho que nos esforcemos, su amor siempre llega antes, nos toca y acaricia primero, nos primerea. Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás. Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.

Perdón. A menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre. Es abrirse a su misericordia, a su amor capaz de regenerar nuestra vida. Un amor que no humilla, ni hunde en el abismo de la culpa, sino que nos abraza, nos levanta de nuestra postración y nos hace caminar con más determinación y alegría. El siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría. Qué importante es sentir la ternura del amor de Dios y descubrir que aún hay tiempo para amar.

Ayúdame más. Sí, el Señor no nos abandona nunca, siempre está a nuestro lado, camina con nosotros y cada día espera de nosotros un nuevo amor. Su gracia no nos faltará, y con su ayuda podemos llevar su nombre a todo el mundo. En el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres. La primera condición para anunciarles a Cristo es amarlos, porque Cristo ya los ama antes. Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos. Allí nos espera el Señor. No podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás.
¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor. De alguien que, aun experimentando sus flaquezas y límites humanos, confía en la misericordia del Señor y quiere que todos los hombres, sus hermanos, la experimenten también.
Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad.

Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica.
Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.

Fraternalmente,
Franciscus