Al ponerme delante de una simbólica máquina de escribir para glosar y compendiar toda una etapa vivencial de una persona en el ámbito de un territorio reducido y concreto, como es Mondariz Balneario y Vilar, la tarea se me presentó ardua y complicada, por no decir “imposible”, no por falta de datos, sino, precisamente, por el amplio conocimiento que de esa persona tienen todos los habitantes de estos lares.
Digo esto
porque considero muy difícil emitir un juicio objetivo, ecuánime y
equilibrado sobre una persona que, procedente de una villa marinera,
por su misión, vino a echar las “redes” del Pescador en las
riberas del río Tea y que, por los años vividos entre nosotros y
por su idiosincrasia, ha calado tan profundamente, de una u otra
forma, entre las gentes, afines o detractoras, de estas tierras
mondarizanas.
Porque D.
José –sus amiguísimos le llaman Pepe- no ha dejado indiferente a
nadie, atreviéndome a decir que, aún sus más encarnizados
detractores, que no enemigos, tienen palabras de elogio para su
persona y su labor de conjunto en las parroquias de Ntra. Sra. de
Lourdes y San Mamed durante 46 años de sus
casi 50 de vida sacerdotal.
Así pues,
no pretendo hacer aquí un canto a sus virtudes y aciertos, ni una
crítica acerba a sus defectos y errores, unas y otros mimbres que
configuran la personalidad de cualquier individuo - la de D. José,
también-. Mucho menos me atrevo a hacerme eco de su amplia labor
pastoral de 46 años entre nosotros,
pues todos, sin excepción, la conocemos, al haber recibido, antes o
después, en una u otra ocasión, de una u otra forma, innumerables
enseñanzas de orden espiritual o en forma de recomendaciones de
orden moral, humano y temporal.
Lo que
pretendo es manifestar, aún a tenor de no hacerlo correctamente, el
sentir de los feligreses de Mondariz Balneario y de Vilar y agradecer
lo que D. José significó, como sacerdote y
como persona, durante 46 años para estas dos
parroquias:
D. José:
“Ud. fue el sacerdote y, como tal, el
conductor:
-De dos parroquias que no
murieron.
-De dos iglesias que no
cerraron.
-De dos sagrarios donde siempre
está Jesús esperando.
-De dos Misas celebradas
durante 46 años.
-De muchos niños bautizados,
jóvenes y adolescentes instruidos en la fe, muchos matrimonios
bendecidos.
-De muchos enfermos visitados,
consolados y santificados.
-De muchos pecadores
convertidos.
-De muchas almas salvadas y
muchos moribundos conducidos a la paz de Dios”.
Amigo D.
José, Amigo Pepe: Sólo pretendo trasladarte algo del sentir de las
buenas gentes de Vilar y Mondariz Balneario: “hacerte
llegar el agradecimiento de todos, por
tu larga estancia entre nosotros. Hacerte sentir que, aunque no
físicamente, sigues presente en ambas parroquias y que tu impronta
será muy difícil de olvidar”.
No quisiera
terminar sin exponer un pensamiento que no es mío, ni del que,
siquiera, conozco su autor pero que, llegado a mis manos de un modo
casual, considero, en mi modesta opinión que, en este caso, es como
poner el anillo en el dedo correcto.
“Un
ángel no nos escoge, Dios nos lo asigna.
Un amigo nos toma de la mano y
nos acerca a Dios.
Un ángel tiene la obligación
de cuidarnos.
Un amigo nos cuida por amor.
Un ángel te ayuda, evitando
que tengas problemas.
Un amigo te ayuda a
resolverlos.
Un ángel te ve sufrir,
sin poderte abrazar.
Un amigo te abraza, porque no
puede verte sufrir.
Un ángel te ve sonreír y
observa tus alegrías.
Un amigo te hace sonreír y te
hace parte de sus alegrías.
Un ángel sabe cuando
necesitas que alguien te escuche.
Un amigo te escucha, sin
decirle que lo necesitas.
Un ángel, en realidad, es
parte de tus sueños.
Un amigo te ayuda a convertir
tus sueños en realidad.
Un ángel vela tu sueño.
Un amigo sueña contigo.
Un ángel aplaude tus
triunfos.
Un amigo te ayuda para que
triunfes.
Un ángel se preocupa cuando
estás mal.
Un amigo se desvive porque
estés bien.
Un ángel recibe una oración
tuya.
Un amigo hace una oración por
ti.
Un ángel te ayuda a
sobrevivir.
Un amigo se desvive por ti.
Para un ángel, eres una
hermosa misión que cumplir.
Para un amigo, eres un tesoro
que defender.
Un ángel es algo celestial.
Un amigo es la oportunidad de
conocer lo más hermoso que hay en la vida: “el amor y la
amistad”.
Un ángel quiere ser tu amigo.
Un AMIGO, sin proponérselo,
también es tu ÁNGEL”.
D. José, con estas palabras,
repito, para mí de autor desconocido, no pretendo, ni mucho menos,
llamarle ángel, porque un ángel es espíritu, sino, creyendo
recoger el sentir general, COMO HOMBRE, SACERDOTE Y VECINO que es, lo
que quiero es, en nombre de todos, llamarle y decirle:
Amigo
pepe:
¡¡hasta
siempre!!
Carta leida, redactada y entregada como recuerdo por D. Manuel Barrós el día del homenaje a D. José Lago Cid, concluida la cena de confraternidad que tuvo lugar en el Hotel Balneario el 24.06.2012